martes, 24 de marzo de 2015

Cuento. La voz del payaso (tributo a "It" de Stephen King)

La voz del payaso


Porque Pennywise sí existe, Stephen King lo sabe, vive entre nosotros.



I

Emmy, soy yo, Pennywise.

            —Mamá dice que no existes, dice que sólo eres imaginario.

Emmy, ¿es que no me ves junto a ti?

            — ¿Dónde? —preguntó la niña.

Camina un poco más, eso es, ahora cierra los ojos. ¿Escuchas esa respiración, la sientes en tu cuello cada vez más agitada? Abre los ojos, gira tu cuerpo poco a poco, mira hacia el espejo.

            — ¿Prometes no asustarme? No me gusta cuando lo haces.

            La chica de doce años acercó su rostro al espejo, juntó sus coloradas mejillas al cristal, el vaho de su aliento empañó el vidrio.

¿Ahora me ves?

            —Sí.




II

            —Emmy, ¿sucede algo? —preguntó la señora Love—. Sal de tu mundo.

            —Lo siento, estaba imaginando algo.

            La señora Love llevaba a la hermanita de Emmy en brazos, pataleando entre su regazo.

            —Voy a bañar a tu hermana.

            —Mamá, ¿dejarás que vaya a la fiesta de Susan?

            —Sí, pero antes termina tus deberes.

            Emmy, acostada en su cama con el cuerpo extendido, escribía los resultados de algunos problemas cuando escuchó sonar el teléfono.

No contestes.

            —Mamá se enfadará.

Te he dicho que no contestes.

            La señora Love salió del baño en una carrera.

            —Emmy, cariño, ¿por qué no contestas? —dijo descolgando el teléfono y bajando por las escaleras de la casa.

Ve al baño.

            —Tienes razón, debería ir a cuidar a mi hermana —respondió la niña.

            Emmy entró al baño, en la tina estaba su hermanita reventando las burbujas de jabón con el mástil de un barco de juguete. Cuando vio a la niña, comenzó a reír estirando los brazos.

Ahí está la pequeña Lili, indefensa, hazlo ahora, nadie lo sabrá Emmy. ¿No quieres ver esos ojitos hinchados y desorbitados saliendo de las cuencas de su diminuta cabeza calva?

            La niña acercó sus manos al rostro de Lili, sintió su piel suave y húmeda, deslizó la yema de los dedos por sus mejillas y las apretó fuerte, la pequeña se deshizo del agarre. Las manos de Emmy rodearon el cuello de su hermana.

Tus manos son una guillotina Emmy, y las guillotinas destrozan el cuello de las personas, tus dedos son filosos y brillan. Quiero ver sangre, sangre, sangre perra inmunda. ¡Dame sangre!

            —Cariño, viniste a cuidar a tu hermana —dijo de pronto la señora Love detrás de la niña—, muchas gracias, ya he vuelto.




III

            Emmy tecleó en google “ritual de sacrificio”. La lista de resultados fue inmediata, nada que le fuera de utilidad.

Esas son puras tonterías Emmy, tú sabes qué hacer para devolverme a la vida.

            El claxon del auto de su madre pitó varias veces.

            — ¡Ya baja Emmy, te llevaré a la fiesta de Susan! —gritó su mamá.

            

La niña tomó su mochila y bajó corriendo las escaleras.

¿Llevas todo?

            —Sí.



IV

            —Yo creo que son unos imbéciles, Jack.

       —Tienes toda la razón, odio el marketing. Son un montón de hijos de puta, charlatanes diciéndole a todo el mundo que es infeliz, y sólo llegará a ser pleno cuando tenga las porquerías que ellos venden.

            El timbre de la puerta sonó en la sala, donde hablaban Jack Bolt un vendedor de autos usados, amigo de la familia y el señor White, padre de Susan. Susan tenía puesto un gorro de fiesta de un payaso con una sonrisa. El timbre sonó una vez más.  

            —Ya voy, ya voy —dijo el señor White.

            Emmy entró corriendo por la puerta buscando a Susan.

            —Le dejo a Emmy señor White, regreso por ella a las ocho —dijo la señora Love.

Susan abrazó a Emmy.  

            —No te burles del gorro —sentenció apenada Susan—, mi papá me trata como si tuviera tres años.

            —A mí me gusta —afirmó Emmy—. Me recuerda a Pennywise.

            — ¡Qué miedo! —dijo horrorizada Susan—, ahora me gusta menos, ese payaso nunca me ha gustado.

            —Tengo algo que enseñarte —dijo Emmy—. Salgamos de la casa, podemos ir al bosque siempre y cuando no nos adentremos tanto.

            Susan dudó por un momento, quería abrir sus regalos y comer pastel con sus otras amigas, pero creyó que Emmy le tenía una gran sorpresa y aceptó.  




V

            —Deberíamos detenernos Emmy, hay que volver, quiero abrir mis obsequios y atiborrarme del pastel de chocolate —suplicó Susan que era arrastrada del brazo por Emmy.

Calla a esa sucia perra, no la soporto.

            —Sólo un poco más Susan.

            Las chicas se habían salido del lindero del bosque y seguían avanzando, al cabo de un rato Susan no quiso seguir más.

            — ¿Qué te sucede?, yo me regreso —dijo enfurecida.

            Emmy soltó el brazo de su amiga, tomó la mochila y abrió el zíper. Susan iba de vuelta cuando fue derribada por un empujón. Su cabeza azotó fuerte contra el pasto y la tierra, sintió polvo entre la lengua y el paladar. Trató de levantarse pero sintió un puntapié en el rostro, perdió el equilibrio de nuevo.

Eso es, mi amada Emmy, acaba con esa sucia habladora.

            — ¿Qué haces? —preguntó horrorizada Susan al ver a su amiga sacando un cuchillo de la mochila.

            —Voy a traer a la vida a Pennywise.

Mátala, mátala, dame sangre, dame de beber de la sangre de esa puta.

            —No es divertido Emmy, déjame en paz, le diré a papá…

¡Mátala!

            —“Voy a mostrarte cómo flotan aquí adentro” —Emmy imitó la voz del payado de “IT”. 

            —Deja de citar esa estúpida película, por favor, no lo hagas.

Hazlo, hazlo, hazlo, hazlo. 

            Susan se levantó e intentó correr, pero un cuerpo la interceptó y sintió el aguijón en el pecho, el hierro atravesó la carne de la niña y un torrente de líquido vital palpitante salió humedeciendo su cuerpo débil y herido. Luego, otro pinchazo, y otro más, y otro.

Así se hace, sí, sí, sí, la vida regresa a mí. Emmy, cuando tenga tu cuerpo te asesinaré también, ¿me escuchas zorra? ¡Ya mátala!



VI

            Meg Sanders escuchó timbrar el teléfono de su cubículo y respondió inmediatamente.

            —911, ¿cuál es su emergencia?

            —Necesito una ambulancia y a la policía —dijo la voz de un joven—, encontré a las orillas del bosque a una niña, creo que ha sido apuñalada.

            — ¿Que ha sido qué? —repitió Meg al teléfono— ¿Apuñalada?

            —Dice que tiene problemas al respirar, dice que la han apuñalado varias veces.

            — ¿Está consciente?

            —Sí, lo está, pero tiene problemas para respirar profundamente. 




VII

            Dos meses después, se dio por culpable a Emma Love de doce años de edad por el intento de asesinato de Susan White. Susan a pesar de recibir varias puñaladas no dañaron arterias principales, una de ellas estuvo a punto de tocar su corazón. A Emma, le diagnosticaron un trastorno esquizoafectivo. Fue llevada al manicomio “Misery”. Dos años más tarde, desapareció de su cuarto, nadie sabe su paradero, algunas personas del manicomio aseguran haber visto a un payaso rondar por las noches.



Rubén Caballero Petrova


           
             


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