Primera Velada
Desnuda, casi desnuda;
y los árboles cotillas
a la ventana arrimaban,
pícaros, su fronda pícara.
Asentada en mi sillón,
desnuda, juntó las manos.
Y en el suelo, trepidaban,
de gusto, sus pies, tan parvos.
-Vi cómo, color de cera,
un rayo con luz de fronda
revolaba por su risa
y su pecho -en la flor, mosca.
-Besé sus finos tobillos.
Y estalló en risa, tan suave,
risa hermosa de cristal,
desgranada en claros trinos...
Bajo el camisón, sus pies
-¡Basta, basta! -se escondieron.
-¡La risa, falso castigo
del primer atrevimiento!
Trémulos, pobres, sus ojos
mis labios besaron, suaves:
-Echó, cursi, su cabeza
hacia atrás: Mejor, sí cabe...
Caballero, dos palabras...
-Se tragó lo que faltaba
con un beso que le hizo
reírse... ¡qué a gusto estaba!
-Desnuda, casi desnuda;
y los árboles cotillas
ala ventana asomaban,
pícaros, su fronda pícara.
Arthur Rimbaud
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