miércoles, 8 de julio de 2015

Cuento. Terror psicológico. Departamento 19 (de Rubén Caballero)

Departamento 19



I

Departamento 7

Los gritos del departamento 19 despertaron a Julián. Miró su reloj 3:13am. La garganta le dolía, probablemente estuvo roncando. Frotó sus ojos con la yema de los dedos. Creyó oír el grito de una mujer joven.

Departamento 13

            Alejandra lo escuchó también, abrazó su almohada y se sumergió en las sábanas. Vio una película de terror antes de dormir.

Departamento 21

            Isis paró de menear su sexo sobre la pelvis de Rodrigo. Los dos se pusieron de pie y se acercaron a la ventana, el departamento 19 tenía las luces apagadas, estaban seguros que los gritos venían de ahí.

Escaleras del edificio

            Gustavo con la vista borrosa trataba de subir ebrio. No sirvió aferrarse al barandal de las escaleras, resbaló y abrió su labio inferior del golpe. No escuchó nada en toda la noche.



II

            — ¿Escuchaste los gritos en la madrugada? —preguntó Isis a Julián cuando se encontraron al día siguiente.

            —No —dijo Julián sorprendido, él olvidó haber despertado a las 3:13am.

            —Escuché el grito de una mujer y una niña, después oí la risa de un hombre —dijo Isis haciendo una pausa y señalando la ventana del departamento 19— viene de ahí, avísame si escuchas algo.  

            Julián asintió. Al entrar a su departamento abrió la ventana, prendió su computadora y buscó una página pornográfica.



Alejandra tenía una cita y bajaba apresurada cuando un grito de niña la hizo detenerse. Los cristales del departamento 19 atrapaban a la oscuridad en su interior, no logró ver nada.

El cielo agitado hizo que Gustavo subiera por su ropa a la azotea, el grito de la niña lo sorprendió, buscó entre los ventanales del edificio y en uno de ellos vio ropa interior de mujer amontonada en un lavadero, en su regla, pensó. La ropa tenía manchas de sangre.


III

Julián abrochó sus pantalones, tomó una navaja y subió las escaleras. La ventana del departamento 19 ahora tenía luz. Simuló ir a la azotea y pasó lento por el balcón, había un montón de plástico y garrafones de agua vacíos. Escuchó el grito de una mujer joven y una risa burlona. Quería tocar a la puerta y preguntar si todo iba bien pero tenía miedo. Al bajar intentó ver a través de la cortina de la ventana y esta vez vio en un rincón una mesa de madera, una chica sentada en una silla y un hombre muy cerca de su rostro. La mujer agitó sus manos al aire y gritó una vez más, el hombre se hizo hacia atrás y dio una carcajada. Julián por temor a ser visto huyó.


IV

En los días siguientes los gritos se escucharon a distintas horas. Isis informó al encargado del edificio y éste dijo que en el departamento 19 vivían dos señoritas, prometió revisar por la tarde. No lo hizo, no son mis problemas, pensó. Alejandra quiso llamar a la policía, descolgó el teléfono, lo miró unos segundos y lo depositó en su lugar, es mejor no meterse. Gustavo no le dio importancia cuando escuchó una vez más a la mujer, prendió su consola de videojuegos, misión de mierda, te voy a pasar.


V

Julián espió desde las escaleras intentando ver algo cada ocasión que podía, sus instintos despertaban una adrenalina formidable. En la cuarta noche logró ver a una niña completamente desnuda, amortajada en la silla siendo quemada con un cigarro que el hombre le presionaba en su piel, la mujer joven estaba en el piso, parecía inconsciente. Los ojos de Julián se agudizaron, la poca luz le atraía cada vez más y una sensación en la entrepierna le estimulaba a quedarse. Cada grito le erizaba su miembro, deslizó su mano bajo el pantalón y frotó su sexo frenéticamente. La niña lloraba dentro y el hombre reía, tomó del cabello a la mujer en el suelo y la arrastró contra la silla, sujetó su rostro y ella abrió los ojos, parecía que intercambiaron unas palabras. Juntos voltearon a la ventana y vieron a Julián.

VI

            —Los vecinos escucharán nuestros gritos maldito bastardo —dijo Estefanía tratando de incorporarse del piso, las mallugadas partes de la piel le ardían, su voz era débil.

            —Sí, lo harán —dijo el hombre sonriendo mientras la jalaba del cabello contra la silla, ahí Daniela sollozaba.  

            —La policía vendrá por ti —dijo Estefanía.

            —No vendrán, a nadie le importa realmente. Sólo a nuestro invitado —dijo señalando la ventana.

            Los dos giraron su rostro.



VII
            Julián trató de correr escaleras abajo pero la puerta del departamento 19 se abrió de inmediato.

            —No le hago daño a mis fans —dijo el hombre en la puerta—, te he visto todas las noches —su rostro tenía una sonrisa encantadora— entra, puedes divertirte con las dos zorras. ¿A quién le importa?

            Julián entró al departamento y desabrochó sus pantalones.




Rubén Caballero Petrova

3 comentarios:

  1. Julian metiche y pervertido :v

    Esta la historia como para que le sigas :3

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  2. omgg, esto tiene una que otra parafilia e.e wow, algo retorcido pero bueno :3

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  3. Gracias :) pero no creo seguir con la historia, ese es el fin. Quizás sea retorcido pero yo creo que puede pasar.

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