jueves, 30 de abril de 2015

El suicidio del mar.


El celular sonó.

            — ¿Bueno?

            — ¿Rubén?

            —Sí, ¿quién habla?

            —Soy Alexa… —su voz sonó débil, sollozaba—, quería hablar contigo antes de irme.

            — ¿Saldrás de viaje? —preguntó extrañado Rubén.

            —Cuando la llamada termine, me mataré.

            — ¿Qué? —Rubén creyó haber escuchado mal, la voz de Alexa no era clara.

            —Fuiste amable conmigo, mucho más que las personas que sí conozco. Fue bello hablar todas las noches y hacerlas azules. Me gustaba que me dijeras “chica azul”. Ojalá te hubiera conocido.

            —Espera, Alexa ¿Qué estás diciendo?, no juegues con esto…

            —Adiós.


            La llamada se cortó, Rubén devolvió la llamada, nadie contestó. 


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