El celular sonó.
— ¿Bueno?
— ¿Rubén?
—Sí, ¿quién habla?
—Soy Alexa… —su voz sonó débil, sollozaba—, quería hablar
contigo antes de irme.
— ¿Saldrás de viaje? —preguntó extrañado Rubén.
—Cuando
la llamada termine, me mataré.
— ¿Qué? —Rubén creyó haber escuchado mal, la voz de Alexa
no era clara.
—Fuiste amable conmigo, mucho más que las personas que sí
conozco. Fue bello hablar todas las noches y hacerlas azules. Me gustaba que me
dijeras “chica azul”. Ojalá te hubiera conocido.
—Espera, Alexa ¿Qué estás diciendo?, no juegues con esto…
—Adiós.
La llamada se cortó, Rubén devolvió la llamada, nadie
contestó.
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